La caligrafía china es una rama muy particular y muy singular de las artes visuales puesto que no tiene equivalente en otras partes del mundo, en otras culturas que no sean la china (o que no beban de la china como la japonesa o coreana).

Erróneamente, los occidentales a las palabra china Shufa (书法) le hemos adjudicado la traducción de “caligrafía”, es decir “escritura bella”

Algo que de alguna manera le resta importancia en el panorama de las artes, poniéndola en el mismo nivel que las artes decorativas o artes menores, como pudiera ser la caligrafía visigótica o árabe. Sin embargo, en China la caligrafía tiene el rango indiscutido de arte mayor, al igual que la pintura, la escultura o la música.

Lo que ocurre con la caligrafía china es que es un arte que no resulta evidente para el ojo occidental. Los primeros viajeros que llegaron a China desde occidente permanecieron casi ciegos a este arte cuyo contenido no entendían, hecho que se agravaba por la ausencia de un equivalente en el cual referenciarnos o compararnos. Tal y como explica el sinólogo Simon Leys, cuando grandes civilizaciones completamente ajenas entran en contacto, lo primero que se intercambian son o golpes o baratijas.

Foto Shanshui

Entrar al núcleo de sus culturas, a esa cámara sagrada del espíritu de cada civilización, exige un proceso complejo y un gran esfuerzo de conocimiento, de estudio y de iniciación en esa cultura nueva. Una iniciación en la que siempre ocurre una metamorfosis, donde se rompen esquemas, y precisamente por eso dice afirma Leys que no podemos aprender valores extranjeros si no aceptamos el riesgo de que lo que aprendamos nos transforme

La caligrafía es una de esos aspectos en los cuales China, ese Otro tan original, esa radical alteridad, rompe esquemas del universo mental occidental

Esquemas que suponemos ingenuamente de validez universal, aunque en realidad quizás tengan sólo aplicación dentro de los límites de nuestro propio contorno cultural. En lingüística, por ejemplo, hay un axioma básico (acuñado en nuestra tradición lingüística de las lenguas indoeuropeas) que afirma que la escritura va necesariamente precedida por el lenguaje hablado: hablamos y luego codificamos el habla en signos que permanezcan bidimensionalmente en un pergamino, papiro o papel. De hecho, la lengua hablada ha presidido en nuestra cultura un papel fundamental desde la antigüedad; fíjense lo importante que es la palabra Logos en la cultura grecolatina, recuérdese que la tradición judeocristiana en el evangelio de San Juan se dice que en el principio era la palabra, es el Verbo el que tiene esa capacidad transformadora.

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