La ciudadanía global es un concepto relativamente moderno, una corriente social e intelectual que impulsa un modelo de convivencia comprometido con un mundo más justo y sostenible. Un modelo basado en la consciencia de pertenencia a una comunidad global, y por lo tanto, respetuoso con la dignidad de todas las personas.

La implementación de este modelo exige transformaciones muy importantes en todo tipo de ámbitos:

Social, político, económico, diplomático y, por supuesto, en el sector educativo como pilar que es de todo lo demás. Está claro que adecuarse a estas transformaciones será una labor compleja además de urgente, ya que la revolución tecnológica que alumbra el siglo XXI avanza imparablemente en esa dirección arrastrando con ella a nuestro modelo socio-económico y cultural.

Centrando el tema de la ciudadanía global en el sector educativo, es evidente que toda esta gran transformación supone un reto enorme para los educadores de cualquier disciplina: el reto de educar con éxito ciudadanos para un mundo global, un mundo que acaba de surgir como tal y para el cual no estamos preparados. Cómo introducir o adaptar en los curriculum actuales, contenidos y metodología que satisfagan las necesidades de una educación en ciudadanía global será, sin duda, un campo de investigación con gran desarrollo. En nuestra opinión, no se trata tanto de añadir nuevos contenidos con la etiqueta de “globales”, sino más bien de cultivar en los alumnos una “sensibilidad global”, una actitud inclusiva y de empatía hacia formas de vida y culturas a priori diferentes.

Foto Shanshui

Por otra parte, es muy relevante para nuestro estudio recordar que China, además de ser la cuna de la civilización más antigua, es todo un coloso en términos de población: China alberga a la quinta parte de la población mundial y la segunda economía del mundo (y muy probablemente la primera en unos años). China es además la impulsora de la iniciativa de infraestructuras y conectividad de mayor envergadura del siglo XXI:

La nueva ruta de la seda o la Iniciativa BRI, como se conoce por sus siglas en inglés (The Belt and Road Initiative). Este magno proyecto pretende impulsar la integración euroasiática y con ella las conexiones con el resto del mundo. Por tanto, cuando hablamos de educar para la ciudadanía global, de generar una sensibilidad global, integrar a China en esta sensibilidad es una labor urgente. ..

Resulta obvio que en la educación para la ciudadanía global juega un papel prominente para el alumno la competencia en idiomas, un papel especialmente importante en el caso del aprendizaje de idiomas lingüística y culturalmente muy alejados de la propia lengua materna. Es relativamente fácil sentirse parte de una comunidad cuando se trata de conectar con tus vecinos más próximos lingüísticamente, porque la cercanía lingüística y geográfica se traduce siempre en cercanía cultural. Tomemos el ejemplo de ciudadanos de dos países de lenguas románicas, italianos y españoles, para quienes es muy fácil sentirse parte de una misma comunidad cultural. Pero resulta mucho más difícil cuando la distancia cultural es tan grande como la que existe entre el español y el chino. Para lograr una sensibilidad global, primero debemos acortar distancias culturales, y el reto más importante se halla entre ciudadanos de familias lingüísticas dispares.

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